Un homenaje

Tengo el vocabulario contaminado. A veces uso las palabras españolas, entrañables, clásicas: tebeos, historietas, chistes, tiras... otras veces el spanglish me salta y hablo de cómics, gags, strips, etc. Pero mi madre creció con el TBO, El Capitán Trueno, El Jabato. Mi padre era más de El Coyote. Y mis dos abuelos alentaron tal afición primero en sus hijos y más tarde en sus nietos. Luego ya crecidito amplié el repertorio. El Corsario Azul cayó una tarde en Valladolid, paseando con mis abuelos. Un caluroso verano en Málaga con Las Hazañas Bélicas que mi tío Miguel atesora junto algunos ejemplares de El Gavilán. Los Mortadelos que me cambiaba con Pelayo, veinte años mayor que yo. Y los supermanes, spidermans, patrullas equis... cómo recuerdo esa historieta de Superman peleando contra El Carcelero, que le hipnotiza y le hace creer que ha perdido sus poderes (¡gracias por todos esos préstamos, Julli!). Esos pequeños tebeos de la editorial Novaro que rondaron la casa de mis abuelos durante años. Superman contra El Parásito. Madre mía. Y la colección Olé, los tebeos de Zinco. El paso a Batman.

Y la inflexión. El Año Uno de David Mazzuchelli. Batman es humano y pierde el resuello en las peleas. Le disparan y le duele. Paso a historietas de corte más realista. Cae el Año Dos, ésta vez con Todd McFarlane y esas capas de pesadilla. Byrne y la Leyenda del Hombre de Acero. Empiezo a acumular algunas Aventuras Bizarras. Y descubro el CIMOC y El Víbora. El cómic europeo. Eisner y los maestros...