El libro que nos ocupa no es muy conocido. En Estados Unidos se publicó en 1927 y fué el último título que su autor, que no era un escritor profesional, publicó. Se trató de su octavo volumen. En España, la única edición se publicó en 1942 por parte de Editorial Juventud. Si bien el libro es excelente por sí solo, saltó a la fama en fecha reciente, reeditándose en inglés 1995 y se prepara una nueva edición para éste año, nuevamente en inglés. ¿A qué se debe su fama? Al poco de publicarse, un filólogo inglés lo compró como cuento para sus hijos. A ellos no sólo les encantó, sino que pidieron a su padre más historias de aquellos personajes menudos. Y el padre quedó encantado con el libro, e hizo caso a sus hijos, creando nuevas historias, pero diferentes. Aquel padre se apellidaba Tolkien.
Cualquiera diría que el autor del libro era una especie de Indiana Jones. La idea paterna era convertirle en artista a lo que el joven Edward A. Wyke-Smith se negó... alistándose en el ejército. Apenas se dió cuenta su padre, pagó una suma considerable para eximirle de sus deberes para con la patria y Edward decidió reafirmar su independencia, con lo que se enroló en un velero con destino Australia y la Costa Oeste de los Estados Unidos. Allí trabajó un tiempo como vaquero antes de regresar a Inglaterra y cursar Ingeniería de Minas. Wyke-Smith recibió múltiples encargos. Durante su vida profesional gestionó minas en México, España y Portugal. Estuvo en México durante la Revolución de 1913, teniendo que rescatar a su mujer de la capital. O construyendo un puente pontonero sobre el Canal de Suez durante la Gran Guerra.
En uno de sus viajes, Wyke-Smith comenzó el libro que nos ocupa. A petición de uno de sus hijos, escribió un libro de cuentos sobre dos huérfanos, Joe y Silvia, y sus aventuras desde la bahía de Watkins. En éste cuento-anticuento mezcló los más variados personajes. Como Golithos, el ogro vegetariano que ya no come niños. O la tripulación completa del Holandés Errante. Caballeros andantes, una bruja cocinera... O unos personajes no más altos que una mesa llamados los Snergs. Aficionados a las fiestas y la buena comida, los Snergs viven en un lugar aparte de los seres humanos.
Tuve ocasión de leer el libro por primera vez a los ocho o nueve años. Un ejemplar, que pertenece a mi madre, rondaba por nuestra casa y fue ella misma la que me animó a leerlo. Lo he releído desde entonces varias veces y es uno de mis favoritos. Cuando mi hijo cumplió su primer año, su abuela le regaló un ejemplar conseguido gracias a un librero de viejo.
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