19 de junio de 2006

Así es la vida

Una de las cosas que -creo- aportan más frescura a un chiste, un dibujo, una historieta o una ilustración, es la capacidad del autor de no repetirse. Es muy habitual que dibujantes de impecable factura técnica pinchen a la hora de denifir a los personajes -principales o secundarios- y que se repitan una y otra vez. Vale, no estoy hablando de Lee Falk, cuyo Hombre Enmascarado era tan esquemático que no es que se repitiera, es que dibujaba siempre igual. Eso sí, las aventuras eran estupendas.

Voy a meterme con uno de mis mitos: Alex Raymond. Dibujo a plumilla muy elegante, tramados estupendos, casi fotográfico... pero las chicas eran todas iguales. Que sí, que nos fotocopiamos. Los hombres pinchamos al dibujar mujeres. Las mujeres, al dibujar hombres.

Me gustaría tener la capacidad de Maitena para dibujar mujeres. Dos líneas aquí ¡hop! y ya no es la misma. Tres curvas allá y le ha cambiado el peinado más que si hubiese pasado por Llongueras. Querida Maestra... los hombres en cambio se repiten un poquito.

¿El remedio? El dibujo del natural, de la vida misma. Los personajes de la calle, como cogidos en medio de una conversación.

¿No será todo ésto fruto de una paja mental de lunes?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo es posible... pero menos mal que tuviste al menos una paja mental :P


M.