3 de mayo de 2006

Carpetas


Cuando uno se pone a hacer orden, conserva todo lo importante. Habré hecho miles de bocetos en mi vida. Algunos más inspirados que otros, o más sueltos, o más simpáticos. Fui guardando todos aquellos que me parecieron interesantes en espera de ese momento que nunca llega en el cual no tienes que tirar nada, porque tienes espacio suficiente. La mayoría de mis bocetos están hechos en la parte posterior de hojas aprovechadas. Apuntes, cartas, folletos. Uno de mis abuelos conservaba un taco de papel de cartas -principalmente publicidad y bancos- en las que hacía sus cuentas. Yo tenía plena libertad para entrar en su despacho y emborronar las traseras de aquellas hojas con mis dibujos. Mi otro abuelo no era dado a ahorrar en papel así que ponía a mi disposición un taco de folios Galgo que yo llenaba a gusto de piratas y vaqueros.


Ahora estoy recuperando esos bocetos. El que presento aquí tiene en la parte posterior garabateadas algunas ecuaciones diferenciales ordinarias. Obviamente se realizó durante mis estudios universitarios. Por la asignatura, yo diría que entre 1989 y 1992. Es un boceto de un personaje creado mientras estudiaba COU con la ayuda de mi compañero de pupitre. Una especie de Indiana Jones hispano.


Lo malo es que comparo éste boceto con los que realizo hoy día -en el restaurante a la hora de comer, retratando a los clientes- y pienso que voy como los cangrejos: hacia atrás. Es lo malo de no soltar la mano tan a menudo como antes. Es como montar en bicicleta: no se olvida nunca aunque hayas pasado seis años sin hacerlo de manera más o menos regular.

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